Los Castillejos de Alcorrín

El yacimiento de Los Castillejos de Alcorrín ha sido estudiado desde 2007 por un equipo dirigido por Dirce Marzoli y compuesto por investigadores del Instituto Arqueológico Alemán, del Centro de Estudios Fenicios y Púnicos y del municipio de Manilva, desde una perspectiva interdisciplinar.

El emplazamiento, las dimensiones y la entidad de sus fortificaciones, así como su buen estado de conservación, hacen de Los Castillejos de Alcorrín un yacimiento particularmente prometedor para el estudio de los primeros contactos entre poblaciones indígenas y fenicias en el contexto del Estrecho de Gibraltar a finales de la Edad del Bronce y principios del Hierro. Su posición estratégica, las dimensiones excepcionales de esta aglomeración y la complejidad de su doble recinto amurallado, evidencian una alta concentración de poder. Con 13 hectáreas de superficie y una muralla de más de 2000 m de recorrido, es el asentamiento fortificado más grande que se conozca en los confines orientales del área cultural tartésica. Desde este emplazamiento se controlaba el acceso hacia un hinterland rico en minerales, al norte de la desembocadura del rio Guadiaro donde se fundó un establecimiento fenicio cerca de Casa de Montilla (San Roque, Cádiz), precisamente cuando se fundó el asentamiento de Los Castillejos de Alcorrín.

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Vista general del Yacimiento

Las dataciones por 14C sitúan la fundación de Alcorrín a finales del siglo IX a.C. Se construyeron simultáneamente: una fortificación exterior provista de nueve bastiones (algunos de ellos conservan una altura de 11m) en su frente este, una fortificación interior y dentro de esta última, estructuras de hábitat, entre las cuales se han excavado dos edificios de planta compleja.

El esquema constructivo de estos edificios sigue el mismo plan regulador basado en una unidad de medida común. Se conserva la base de los muros y los suelos, y restos de la elevación en adobe pueden observarse también en algunos puntos. Frente a la entrada de estos dos edificios y a lo largo de los muros exteriores, se extiende un suelo de conchas de 1,5 m de largo. Esta notable característica constructiva tiene precedentes en el Próximo Oriente y solo está atestiguada en la Península Ibérica, con la misma extensión, en el santuario de El Carambolo (Sevilla). Los dos edificios, cuya función no se ha esclarecido aún, son las construcciones de planta cuadrangular más antiguas que se conozcan en una región donde, en la misma época, las casas estaban habitualmente construidas con materiales perecederos y con plantas redondeadas u ovales. Hay que tener en cuenta una particularidad que se encuentra también en Acinipo (Ronda, Málaga), en el valle del alto Guadiaro: la puerta de los edificios está precedida en el exterior por una entrada trapezoidal, que en el caso de Alcorrín está hecha con conchas.

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Excavación de un sector de la muralla

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Vista vertical de uno de los edificios excavados

La cantidad de material arqueológico hasta la fecha es reducida, no obstante, es suficiente para demostrar que la fase final del yacimiento se sitúa en la Edad del Bronce Final local, ya en contacto con los fenicios. Más del 95% de la cerámica son producciones locales realizadas a mano y el resto corresponde a cerámica a torno de origen fenicio occidental. Algunos vasos de cerámica indígena lleven grafitos fenicios que cuentan entre las inscripciones semitas más antiguas de la Península Ibérica.

Una actividad metalúrgica está evidenciada por el descubrimiento de escorias de hierro (lo que convierte Alcorrín en uno de los yacimientos más antiguos de Europa en la producción de este metal), que provienen de la explotación de filones metalíferos próximos. Estas escorias revelan una técnica de trabajo del mineral que nos lleva a una tradición enraizada en Oriente Medio.

La naturaleza del terreno no ha permitido la conservación de material orgánico que permita reconstruir el entorno natural. Las investigaciones previstas sobre los “archivos sedimentarios” de los estuarios de los ríos más próximos, son por tanto de una importancia capital.

Por razones aún desconocidas, la fortificación fue abandonada poco después del 800 a.C., aparentemente de una forma planificada. No se halló ninguna huella de destrucción. El abandono del yacimiento tiene lugar en el momento de la gran expansión de los asentamientos fenicios a lo largo de la costa y cuando surgen asentamientos indígenas fortificados en el interior.

Los Castillejos de Alcorrín ofrece un laboratorio único para el estudio del periodo de transición entre el final de la Edad de Bronce y el principio de la Edad de Hierro, es decir, los últimos decenios del siglo IX a. C. y el siglo VIII a. C., periodo durante el cual los intercambios con los fenicios hacen emerger nuevos comportamientos en las actividades económicas, las formas de organización social y los modos de vida, induciendo nuevas formas de uso de los recursos naturales cuyos efectos deberían reflejarse en el paisaje circundante.